lunes, 16 de julio de 2012



En esta historia anidan aromas y visiones fugaces de la infancia. Patios enormes, viento en los sauces, cantos de pájaros y misterio por todos lados. El aire preñado de perfumes de flores salvajes y la esperanza de un tren allá a lo lejos. Mi papá tenía una Estanciera. Azul con su raya blanca que la partía al medio, asientos azul marino, brillante, hermosa, onírica. Esa, aquella, me trajo ésta, que yo ahora comparto con éstas ellas, éstas que la llenaron de risa y griterios, de juegos y alegría. La vamos construyendo con toques de amor, pinceladas de caricias. Empieza o prosigue el viaje.

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